Macabra soledad, qué cruel hastío,
vivir sin el abrigo de tus besos,
están mis ojos y mis manos presos
y el corazón muriéndose de frío.
Solo estaré ya en la noche oscura,
en esta soledad… tardíamente,
el alba muere en tí indiferente
y mi alma desde siempre te procura.
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