Cruzando una calle, llegó a mí el olor a rosas,
entre humos de coches y el frío de la tarde;
fue una experiencia para mí muy triste y dolorosa,
advertir en el ambiente tu perfume y no contemplarte.
Me abrí paso como pude entre coches y tanta gente,
buscándote una y otra vez entre aquella multitud;
dejé todos mis asuntos en la lista de pendientes,
te busqué insistente, una y otra vez, a plenitud.
Entonces, la ciudad entera me habló de tí,
cruzando una calle y luego, otra y otra y otra.
Caminé tanto, por todas partes, que me perdí,
siempre aspirando tu inigualable perfume de rosas.
Sutil recuerdo querido... Hoy, ¿dónde estarás?
Quizás esa tarde estabas muy junto a mí,
acaso a los a´rboles tu esencia perfumaba...
No lo sé, pero la ciudad entera me habló de tí.
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