Para qué decir lo que nadie quiere oír,
en momentos en que hablar sólo complica
el entendimiento de lo que se iba a decir,
por eso es que qué caso tiene que se diga.
Para qué oír lo que alguien iba a decir,
si es de naturaleza banal el individuo;
ni falta hace escuchar ni contradecir
a quien es de baja calidad y pensar inicuo.
Nada qué decir y mucho menos qué oír,
a ésos, de cuyos labios manan tonterías;
nada qué oír y mucho menos qué decir,
a los expertos en absurdos y boberías.
Para qué decir lo que nadie quiere oír,
en momentos en que hablar sólo complica
el entendimiento de lo que se iba a decir,
por eso, ningún caso tiene que se diga.
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