SONETO.-
No se van a perder mis labios tiernos
si pudieran hallar tu boca ardiente,
si mi alma enamorada lo presiente
adentrarse tan cerca en sus avernos.
Que en vano pasarían los inviernos
para poder juzgarme diferente,
hasta que se retiren de la mente
cantidad de prejuicios casi eternos.
Ya no escucho tu canto en la mañana
hiriendo mis sentidos tan temprano
al insistir contarme cada antojo,
pues subiendo despacio la montaña
el amor ya lo veo tan lejano
que mis barbas pongo de remojo.-
Luis Pérez.-
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