Seguro estoy que nunca jamás quiero
defender la verdad con la mentira,
y bien lo sabe Dios como prefiero
el arriesgar sin maldecir la tira.
Y aunque jamás propongo ningún pero
por callar mi cerebro ya delira,
siendo fácil culparme de embustero
si fuera mi coraza quien suspira.
Pues si nunca camino ambicionando
denunciar al Divino de mis culpas,
de nada me aprovecha entretenerme
echando los balones fuera cuando
no estoy dispuesto a suplicar disculpas
por más que en sueños quiera convencerme.
|