Seguramente que el amor eterno
valga su peso en oro del más puro,
pero cuando se llega bien maduro
puede quizás que nos importe un cuerno.
La vida apreciará su buen gobierno
sin tener que ponernos tras el muro,
donde distinguir sólo el lado oscuro
ya nos sitúa cerca del infierno.
Si el hombre necesita larga rienda
ya se inventó la religión a gusto,
de la que atado apenas si respiro,
arriando en mis espaldas su molienda
sin que nadie denuncie mi disgusto
por lejos que me ponga de su tiro.
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