Yo pude presentir inequidades
de vientos sentenciosos en las tardes,
la fuerza del torrente de tus ojos
el golpe de la tierra
con temblores y sus tórridos oleajes.
Yo pude sentir el mar funesto
del soplo de airadas tempestades
las aguas turbias
y el trueno duro y delirante
de torvas e imprudentes nimiedades.
Yo pude presentir en la llanura
las sombras oscuras e inclementes
y ser como un lucero…
corriente de emoción en la espesura
y zurcir con mi aguja… transparente.
Yo pude cantarle a la armonía
el eco de sus risas más profanas,
llenar con mis pobrezas tantas cosas
rendirle al dolor ciertas tristezas
llamarle a las espinas, mis hermanas.
Yo pude presentir tu galanura
en los pinares tan altos de la cumbre
y llevar tu aroma a la espesura
y ser el hombre
de gloria venturosa y mansedumbre.
Yo pude cabalgar serenamente
el caballo de El Quijote, Rocinante,
y remontar lo ardiente de llanuras…
subir como un gigante
al cielo con donaire… y deslumbrante.
|