Caracola del mar, iridiscente,
reposado clavel
si luces tus corolas nuevamente
eres entonces flor
y en la húmeda tierra espiga, alborotada...
y surges en la nada como hojarasca al viento.
En tu voz canta el río
el salto de las aguas
y en tu cintura quieta enredase mi alma
para mirar tus ojos de luz tan transparente,
para besar tu boca y acariciar tu pelo.
En lo profundo de ti mi
voz enternecida
es un collar de culpas, como un sol infinito
de rosas amarillas y barcos que en esquirlas
derraman sangre tibia sobre agua muy salina.
¡Ah! plenitud de sueños
en tierra adormecida,
vigilia de mis noches, vereda de mis días,
ventisca de mis naves que avanzan en las tardes
y espuma portentosa en olas suspendida.
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