para mi pequeño Adrián
Me sumerjo
en el profundo mar,
de tus aguas color cielo,
ojos aún sin contaminar,
no conocen desengaños,
ni traiciones,
ni desprecios,
todavía no han sufrido
la maldad.
Brillan de inocencia,
te acarician en ternura
y hasta las lágrimas
que derraman,
son insípidas
y sin consistencia,
nunca demuestran amargura.
Leo felicidad
en su mirada,
hambrienta de conocimiento,
derrochan amor y carisma
y se mueren por comerse el mundo.
Hoy mi orgullo tocó techo,
sublime de lo que Dios me otorga
¡dichosa de este sol que resplandece,
cuando mi alma me hace sombra
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