Sentado en el banco de la esquina
pasaron como rayos
aquellos pensamientos atrevidos.
En medio del secuestro de mis dudas
caí en la cuenta de que
el dolor no debe celebrarse,
que las rosas son imposibles sin espinas
y la muerte una mentira demostrable.
Por eso y otras muchas cosas
no quisiera, por más que me lo pienso,
arrebatar el vuelo a la paloma,
tener que redimir mis sentimientos.
¡Y regalar la alegría que no tengo!!
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