Llegó el verano,
las nubes emigraron a la nada,
los mares orgullosos,
recalaban en las playas.
Los romances acaparan los espacios,
y mientras,
en Venecia un niño llora.
Vinieron los sirocos,
las plagas de langosta,
lo jeques,
y la oferta y la demanda en los hoteles.
El hombre paraliza su conciencia
por tres meses,
y los hongos hacen acto de presencia.
El tiempo multiplica sus minutos,
y la luz cansa su vista...
¡PERO EL CORAZÓN DEL HOMBRE,
NO CAYÓ EN LA CUENTA!
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