Tras el cristal de la luna,
empañado por sentir al alba,
se desvanece en el ocaso,
de una tarde desolada.
Dejé encendida una llama,
por si volvias sin avisar,
y me encuentras dormida,
pensando que no te esperaba.
Pero que tu paso quedo,
sean tañir de camapanas,
quiero vivir tu llegada,
con ojos nuevos abiertos,
besos que te callan,
brazos que te abrazan.
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