Virgen María mi aurora
mi divina inspiradora,
mi refugio en él dolor
tierna y dulce madre mía
Sagrada virgen María,
consuelo del pecador.
Vengo a ti, como otras veces
después de apurar las hieles
del cáliz de mi dolor,
cansada de ver que el mundo,
para mi dolor profundo
solo hastió da en favor.
Vengo a ti Madre querida,
con le alma dolorida,
y deshecho el corazón,
lleno de aquel sentimiento
que me inspira el Sacramento,
del amor y del perdón.
Vengo a tí cuya ternura,
simboliza la aventura
más completa de mi ser,
pues para el que en ti confía,
es tu corazón el guía
más noble que puede haber.
Vengo a ti porque mi mente
te ve por doquier clemente,
buscándome sin cesar,
y por que eres el destino
que Dios puso en mi camino
para poder descansar.
Porque eres tú la elegida
que el autor de toda vida
Reina del cielo nombró,
porque eres Madre del Alma,
la que mis dolores calma
la que más mi vida amó.
La que acudes presurosa
cuando mi pecho rebosa,
de amargura, y eres tal
que solo y abandonado,
siempre me salva a tu lado
tu Corazón Maternal.
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