Te imagino, sirena, entre un banco de peces,
jugando a ser más bella que el mismo coral;
seguro estoy que millones de historias tienes,
pero de ellas, tú guardas hermetismo total.
Te imagino, sirena, vagando por buques hundidos,
abriéndote paso entre cascos muy bien oxidados.
Quizás pretendes encontrar tesoros escondidos,
monedas, joyas, plata y oro ahí abandonados.
Te imagino, sirena, rizando tu cabello con burbujas,
entallada en tu exquisito estuche de medio pez.
Tal vez un día, a la superficie tú por fin subas,
acaso quizás así, yo entonces te pueda conocer.
|