En vuelos secretos contra el viento, en los recuerdos,
en lugares fantásticos, las luces de tus ojos.
Te has quedado sobre el cielo, en el silencio,
en esquirlas de aire elevadas a gritos luminosos.
Sólo el ritmo de la materia que lenta se escapa,
absorbe las esencias de la carne y de la sangre.
Tibia pureza inimitable de tu pecho, tú lo imantas
de pan bendito, porque tú trepidas en las tardes.
Un viento agotado sabe de la ausencia, de mi sueño.
Tu imagen poseo, las palabras partieron, que no yo.
Por todas partes, contra el aire, en mi pecho,
tu blanca frente y yo, busco mi rostro en tus ojos.
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