SONETO.-
Escuchando a lo lejos tus sollozos
mi piel se pone carne de gallina,
quizás porque al espiarte en cada esquina
se me deshace el corazón a trozos.
Puede ser que prefiera tus retozos,
al ver que la pasión se me ilumina,
si es que arrimando el ascua a la sardina
divinos han de ser los alborozos.
Ojalá que tirándote los tejos
olvidara al instante tanta queja,
sin que a cantar me atreva aún victoria
porque aunque cuide mucho los reflejos
debería saber que la pareja
rota muy tarde alcanzará la gloria.-
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