Soneto Cautivo.
Lejos de la violencia
de Don Quijote admiro su cordura,
y también yo diría su locura
revestida quizás de una sana impotencia.
Pues no queriendo ver su locuaz impaciencia
bien que pagó con creces la factura,
hasta necesitar de Sancho cura
y mejor advertencia.
Pues de filosofía armó su lanza
que con arte tendida nunca alcanzaba el blanco
por más que terminara malherido,
a pesar del temor del bueno Sancho Panza
quien presto por cubrir siempre su flanco
tieso sobre su Rucio se quedaba dormido-
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