Si doblo con recelo cada esquina
incapaz de ordenar los sentimientos,
al traste mandaría mis cimientos
por no decir, de veras, a la China.
Y es que también, me duele cosa fina,
pegarme codo a codo con los vientos,
que del Levante soplan hoy a cientos
y se meten incluso en la cocina.
Si al menos me parase a valorar
los contratiempos propios del destino
me cantaría, fácil, otro gallo,
sin que de nada sirva protestar
ni gritar a la orilla del camino
así del vendaval me parta un rayo.-
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