No me gusta ser supersticiosa.
Y mucho menos mujer de poca fe.
Ni averiguo el misterio de las rosas
que se marchitan sin saber por qué.
No me gusta jamás ser altanera
humildad me enseñara que en la vida
la mejor riqueza que tuviera
es ella, el atributo que me inspira.
A querer y a aceptar a las personas
cada una en su forma y en su estilo.
Al igual que la flor encantadora
con distintas fragancias, las cultivo.
No acepto la mentira ni el engaño
las puedo perdonar, pero me alejo
del ser de mala fe que me hizo daño
y en las manos de Dios, todo lo dejo.
Y siempre el resultado a mi sistema
de vida, me ha ganado mil amigos.
Por eso seguiré siempre en espera
que otros, practiquen lo que escribo.
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