Juguemos al amor me dijiste un día,
y yo inconscientemente por ganarte jugué.
¡Pero que mala suerte no sería la mía!
que con sangre del alma mi desliz yo pagué.
Jugué al amor contigo y fui yo la vencida.
Y como es de esperarse ¡fuiste tú el vencedor!
Y aunque tarde muy tarde, comprendo que en la vida,
no hay cosa más absurda ¡que jugar al amor!
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