Qué cosas madre nunca te confié
en mi vida que tú ya no supieras
si por mucho que fueran las fronteras
cuanto me sucedía te callé.
Si lo hice mal que bien, no pregunté,
cuando en tu percepción lo descubrieras,
pronto perfeccioné mis orejeras
a las que sin remedio me aferré.
¿Qué cosas nunca pude conciliar
en mi alma con la pena de mis sueños,
cuando Dios deseó que te asistiera
en el último adiós de tu carrera,
mandando al guano todos mis empeños
sin haberlo podido remediar?.
|