Yo no puedo olvidar que en esos días
de angustias, pesares, sinsabores,
me ayudaste a salir de los rincones,
donde la pena mi alma consumía.
No pudiera olvidar amiga mía,
cuando en las noches de desconsuelo
por teléfono me dabas el consuelo
muchas veces, hasta que amanecía.
Hoy me dices que sufres que la vida
ya no quieres vivirla, que es mentira
y yo me muero mirándote sufrir.
¿Quién pudo herir así tus sentimientos?
corro a tu lado para darte aliento
y compartir las penas junto a ti.
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